jueves, 5 de enero de 2012

¿FELIZ AÑO NUEVO?... ¿¡PARA QUIÉN!?


Después del obligado receso de fin de año; de unas vacaciones bien ganadas para la gran mayoría de Colombianos, al final de tan duros y difíciles meses en casi todos los aspectos de la vida nacional, que dejaron graves secuelas en las diversas regiones de nuestro heroico país, retomo la autoimpuesta y agradable tarea de opinar, criticar, contar e interactuar por medio de este Blog con mis amables y aguantadores lectores, que gracias a mi buen Dios han aceptado mis salidas y comentarios muchas veces impertinentes y controversiales.
Quiero comenzar diciéndoles lo que pienso de las festividades de fin de año en esta querida Bogotá. Me da la impresión, así a ojo de un observador imparcial, que las hicieran por obligación, porque las fiestas del 8, 24 y 31 con sus días previos son bien “jartas”, como dicen los rolos. Son celebraciones frías (y no por el clima), parcas, encerradas y violentas. El exceso en el consumo de licor es el responsable de las riñas (¡1900 en el último día del año!), agresiones de todo tipo, múltiples heridos, homicidios y accidentes de tránsitos con los nefastos resultados por todos conocidos.
En otros ámbitos, vemos con dolor y asombro que más de 120 niños fueron vilmente asesinados en el 2011, pero la cosa pinta peor, porque en lo que va del 2012 ya han asesinado a 9. Lo grave es que estas muertes no tienen dolientes a nivel gubernamental ni dirigencial, con la única excepción de la senadora Gilma Gimenez. Tampoco se escuchan las voces de las Organizaciones de Derechos Humanos, que solo las levantan cuando se trata de presuntas violaciones de derechos de terrorista, delincuentes y criminales.
Aquí en la Capital Petro escogió a sus colaboradores. Sorprende  la alta participación de las mujeres en el mandato que recién se inicia. ¡Buena esa! De igual manera llama la atención y preocupa la poca experiencia gerencial del gabinete, así como el hecho de que nombrara en el Acueducto  a una persona como Diego Bravo, que fue sancionado por la Procuraduría General debido a sus cuestionados manejos al frente de la CRA de Cundinamarca. ¡Mala esa!
De otra parte, se armó un escándalo por la elección y aparente posesión de los Alcaldes de Los Córdobas y Moñitos en el Dpto. de Córdoba, inhabilitados por encontrarse detenidos por sus relaciones con paramilitares; pero nadie se pronuncia, ni se ha iniciado acción alguna contra el flamante Alcalde de Bogotá que pagó condena por el porte ilegal de armas, y por tanto también inhabilitado para ejercer el cargo.
Finalmente es vergonzoso el espectáculo que nos brinda la inefable Fiscal General de la Nación, Vivian Morales, con su actuación respecto a la situación de su esposo, marido y compañero Carlos Alonso Lucio, reconocido excongresista, exconvicto, exguerrillero, de pasadas dudosas relaciones con paramilitares y simpatizante declarado de las Farc. La Señora Fiscal nombró, ¡sí, así como se lee!, nombró (¡ella misma!) al Fiscal 18  René Lemus Ospina para que investigue a su marido (el de ella, claro), en remplazo del Fiscal Rodrigo Aldana que se declaró impedido… ¿Usted nos va hacer creer, Doña Vivian, que el Fiscal Lemus Ospina, subalterno suyo, investigará de manera exhaustiva, transparente e imparcial al Señor Carlos Alonso Lucio?... ¡No nos crea tan pendejos! (como exclamó nuestro camaleónico presidente), o como decía mi querido Padre, q.e.p.d.: ¡Veee la que me encontré! (con la consabida, castiza y muy conocida seña manual)… ¡Por la dignidad de la Nación  y la legitimidad del poder judicial, renuncie Señora Fiscal!
Claro que entiendo que debe ser muy difícil renunciar al espléndido salario y demás emolumentos del cargo, así como a otras jugosas prebendas, relaciones, oportunidades, poder y prestigio que se obtienen como Fiscal General de la Nación.