jueves, 17 de noviembre de 2011

FRUSTRACIÓN NACIONAL: LA SELECCIÓN Y EL GOBIERNO


Viendo, el Martes 15 de Noviembre, a la Selección Colombiana de futbol frente a la Argentina, no pude evitar compararla con el equipo de Gobierno del Señor Santos. Me produjo tristeza, me dio rabia, me dejo desconcertado y me dio pena, especialmente por esa gente que sigue al equipo nacional y que sufre por sus errores, sus caídas y sus fracasos.
Como la nación, nuestra selección futbolera adolece la falta de gobierno. Cuando nuestros jugadores miran a la raya, no encuentran el líder que anhelan y necesitan. Un líder que les muestre un horizonte posible que refuerce su fe, su valor y su esperanza, igual a lo que ocurre en el país. Es que se hace muy difícil para ambos, jugadores y población, entregarse en cuerpo y alma por una causa o un ideal, si la persona que los comanda no los inspira ni los alienta porque no le creen, porque le han perdido la confianza y porque lo sienten inferior a sus aspiraciones y a sus retos. Todo esto se debe a que los hombres llamados a ser los faros, orientadores o cabezas de grupos o de la población, carecen de personalidad, preparación, seguridad, iniciativa y valor… y eso, desafortunadamente, es lo que le trasmiten y heredan a sus dirigidos.
En el Metropolitano el equipo nacional se arrugó, o más claramente, se cagó ante el equipo argentino y se entregaron sin vergüenza. Jugadores como J. Martinez,  James Rodriguez  y D. Pabon pedidos con gritos delirantes por toda la prensa deportiva de Medellin y Bogotá, estaban asustados y se dedicaron a ver jugar a Messi y compañía. ¡Sólo faltó que los aplaudieran y les pidieran autógrafos! Fueron los peores jugadores del partido. Ese lamentable desempeño de la selección es muy parecido a lo que hizo Juanma cuando se arrodilló primero ante Venezuela y Ecuador, después ante la “Corte Suprema de Injusticia”, y ahora ante los Estudiantes (¿..?) Universitarios.
La Selección se vio partida en dos grupos que jugaban por separado: la defensa con ayuda de Bolivar y el medio campo con los atacantes, si es que se pueden llamar así. En cada grupo sus integrantes proponían su propio juego, seguían sus íntimos intereses y trataban de resolver a su manera sin tener en cuenta el juego en equipo. ¿No se les hace familiar esta actuación a la del equipo de Santos? ¡Es igual!. Si no, miren al campechano Vicepresidente (el Comesaña de gobierno), a Vargas Lleras y sus ambiciones, al hipócrita Pardo Leal, el vengativo Minagricultura J. C. Restrepo, al cándido Minhacienda J. Carlos Echeverry, la desprestigiada Mineducación Mª. F.Campo, la etérea y bella Minrelaciones exteriores Mª. A. Holguin y  la desconocida Mincultura Mariana Garces, sólo para poner unos ejemplos. ¡Caos y anarquía total en ambos equipos! Sin rumbo, sin objetivos, sin un plan de acción, sin coherencia y llenos de equivocados esfuerzos  individuales… y claro el resultado no puede ser otro  distinto al fracaso; y por allí el descontento nacional.
Se equivocó L. Alvarez (como Santos) al llamar a sus jugadores. A unos, sus fichas, los llamó por amiguismo, a otros para pagar deudas por favores recibidos en el pasado y a otros para quedar bien con todo el mundo. En el primer grupo Leonel trajo a J. Martinez, Yepez y Perea; en el segundo grupo llamó a D. Pabón, B. Castillo y J. D. Valencia; al resto los enroló para dar gusto a mucha gente y regiones. O sea que antepuso sus apegos, mezquindades, deudas y compromisos antes que el buen funcionamiento de la Selección, el logro de óptimos resultados y al bienestar general. En esta parte las similitudes con el Presidente son proverbiales. Obviamente que Santos supera a L. Alvarez porque actúa como un Camaleón, se parece a Jano (no en lo Dios, sino en las dos caras) y además porque ha logrado convertir a Colombia en un Xibalba.
Finalmente, me da cola, me saca la piedra, me pone puto oírlos a todos (técnico, presidente, jugadores, ministros, asistentes y funcionarios) después de sus cagadas,  sacar excusas torpes, ridículas, cínicas y sin un piso sólido que las valide… ¡Farsantes!...  Me pregunto: ¿Será que finalmente los dirigidos, pupilos, colaboradores o discípulos terminan pareciéndose a sus dirigentes o lideres?... ¡Dios nos libre de esa vaina, toco madera  nojoda! 
Jayne el Villatero.