“Las
cosas que comienzan mal, terminan peor”. (Baltazar
Gracian)
Aparentemente calmadas las turbulencias creadas por la
discutida, aprobada y tumbada (de manera inconstitucional) Reforma a la Justicia que el señor J.M. Santos
presentó por intermedio de su ministro Vargas Lleras como un proyecto de
enmienda constitucional para crear un nuevo Marco (palabreja de moda) para la rama judicial que le diera
“mayor independencia y fortalecimiento institucional”, hoy queremos mirar fríamente
los acontecimientos que rodearon este espinoso tema, que muestra claramente la
debilidad, la desfachatez y el oportunismo del mandatario colombiano.
Las verdaderas torcidas intenciones que llevaron a
presentar el fallido entuerto eran: 1) Sepultar el otro proyecto de reforma,
que entre sus objetivos, limitaba el poder omnipotente de las altas cortes;
reforzaba a la procuraduría, contraloría
y fiscalía; devolvía a los militares el poder juzgar a sus miembros por delitos
cometidos en el ejercicio de sus funciones y permitía el sometimiento y
juzgamiento de los “honorables congresistas” a la justicia ordinaria, como a
cualquiera de los ciudadanos que ellos altruistamente representan, y 2) Devolverles a los muy “Honorables”
congresistas, el favor recibido por la aprobación del Marco para la Paz o mejor
para las Farc
El proyecto fue craneado, presentado y promovido por
el gobierno Santos, con el visto bueno del Concejo de Estado y el irrestricto
apoyo de los partidos Liberal (rojo), Conservador (azul), Verde (obviamente
verde) y Cambio Radical (rojo y azul), mas las Altas Cortes( negro) con quienes
se negoció el proyecto de forma descarada.
Todos se relamían de contento por los favores que les prodigaba el
gobierno central a través del dulce proyecto: ¡Mermelada de frutas tropicales
para toda la tostada burocrática parlamentaria y las altas Cortes!
El proyecto pasó a ser conocido como el 12/70…. ¡se
extendía el periodo de los magistrados a 12 años y a 70 años la edad de retiro
forzoso!. También se le conocía como el de La Felicidad Congresista… ¡no serian
investigados por la fiscalía, ni la procuraduría, ni la contraloría, sino por
una comisión integrada por jueces nombrados por la C.S. de J. que los juzgarían
en una doble instancia sin detención preventiva y sin pérdida de su fuero…
¡inmunidad total y rampante!
En sus fases finales el proyecto fue analizado,
corregido y defendido por el ministro de justicia Juan C. Esguerra, quien
después de la etapa de conciliación pidió con vehemencia a los legisladores que
votaran positivamente el proyecto (como efectivamente pasó), sosteniendo que se
cerraba con broche de oro “el mejor periodo legislativo del congreso en muchos
años”. ¡Claro que si… como no va a ser, si se aprobaron 146 proyectos de ley,
la inmensa mayoría del gobierno!, es decir se aprobó casi un proyecto por día…
¡increíble, maravilloso!
¡Pero…oh
sorpresa!..., ya aprobado el proyecto, el señor Santos en otra de sus coloridas
volteretas camaleónicas, salió indignado (¡por supuesto!) a decir que el
gobierno había sido engañado y que se cambio radicalmente el contenido de la
original propuesta gubernamental… ¡Cobarde Mentiroso! ¿Cómo así?... ahora
resulta que los culpables son los 12 de la Comisión de Conciliación, que fueron
elegidas por partes iguales por Juan M. Corzo (presidente del Senado) y Simón
Gaviria (presidente de la Cámara), leales escuderos presidenciales. Pero resulta y sale, como decía mi tía Bertha
(que Dios tenga en su gloria), que los Doce del Patíbulo cumpliendo con su
función, escogieron el 99% de los
artículos previamente aprobados por Senado y Cámara, y solamente hicieron una
mezcla en lo atinente con el juzgamiento de los aforados por la C. S. de J. (realmente
una minucia!). De los artículos
seleccionados, la mayoría eran de los aprobados por el Senado, donde se realizaron
seis de los ocho debates requeridos para sacar adelante el proyecto. Después presentaron su Informe de Conciliación
que fue revisado por el Sr. Esguerra (Min. Justicia) y el Sr Rengifo (Min
Gobierno), quienes en nombre de Gobierno le dio su beneplácito. Posteriormente pasó a plenarias en Cámara y Senado donde fue aprobado por una
aplastante mayoría.
Fue la indignación nacional la que hizo que el Sr.
Santos se pusiera amarillo (el color que le faltaba) por miedo, que no de la
vergüenza, y diera esa voltereta por demás muy peligrosa para su relación con el Congreso
y los integrantes de la Unidad Nacional. El Sr. Santos en su desesperación
invoca La Razón de Estado, una creación de Nicolás De Maquiavelo, que sostiene
que se puede objetar un acto legislativo cuando es contario al alto interés del
estado… ¡Desfachatez que raya en un acto terrorista contra la Constitución y la
Democracia!.. Llamó al Congreso a sesiones extras para tumbar el acto, que fue
sepultado en una sola y veloz sesión. El
problema es que el presidente no puede objetar un Acto Legislativo y tampoco
puede debatirse su revocación en un periodo extraordinario, pues los proyectos
sólo pueden debatirse en dos periodos legislativos ordinarios y
consecutivos. Al convocar al Congreso a sesiones
extraordinarias para sepultar el acto legislativo de marras se incurrió en una
violación flagrante a la Constitución, y los participantes en ella incluidos
los convocantes pueden ser sancionados, inclusive con pérdida de la investidura…
¡Claro que esto no sucederá!... Hasta el mismo Fiscal se anticipó a decir que tumbaran el adefesio, que no pasaría nada, haciéndose
tácito vocero de las Cortes, en un claro e indebido prejuzgamiento…¡Pero se
consumó impunemente un acto violatorio de la Constitución y se despilfarraron
$3.500 millones de pesos que bien pudieron servir para tirar un salvavidas al
Sistema de Salud, que se ahoga en las turbias aguas de la decidía, el robo y la
estupidez del gobierno.
Son varios los ganadores con este bochornoso espectáculo
gubernamental - parlamentario: el Polo
Democrático que siempre se opuso al proyecto, el Mira que estuvo apartado, y
los Congresistas que se separaron de los confabulados, como Juan Lozano, Miguel
Gómez M., Juan C. Vélez, entre otros.
Ellos salvaron su reputación y subieron en la escala moral y de preferencia electoral.
El gran perdedor y culpable de esta vergüenza es el
Sr. Juan M. Santos, que para aparecer como el inocente engañado sacrificó al
Sr. Juan C. Esguerra haciéndolo renunciar y aparecer como inepto mediador entre
el Gobierno y el Congreso. Pierden los
doce de la Comisión de Conciliación puestos ante la picota pública por la gran prensa
amarillista y el gobierno, como tramposos de la peor calaña, cuando sólo se
limitaron a cumplir con sus funciones y las directivas del Gobierno central.
También pierde el País, el ciudadano común y
corriente, que cada día ve atropellados su derechos y que con resignación
acepta la catarata de adefesios, desafueros y exabruptos como la Ley de
Víctimas, la Ley de Tierras, la Ley Marco para las Farc, la Ley de Adictos como
enfermos, La Ley de Unión de Cotización para Pensión, la Ley de las 100.000
Viviendas gratis con PC a bordo, y la ya tristemente célebre Reforma a la
Justicia. Todo ello unido a la ineptitud
y veleidades del Presidente, que hoy se sentará a debatir si despeja el Cauca a
favor de los narcoterrorista de las Farc, llevarán al País al precipicio de la
corrupción y al desastre económico.
¡Que mi buen Dios nos tenga en sus manos y se apiade
de Colombia! …AMÉN !.
Jayne El Villatero.
Jayne El Villatero.